Mis esfuerzos empiezan a dar fruto. Aunque no haya todavia un descenso en el peso, si que puedo apreciar una variación en cuanto volumen. Me estoy desinflando. Para algo tienen que servir las abdominales y el cambio en la dieta. He empezado a comer menos ( lo cual no quiere decir que no coma, sino que lo hago como una persona civilizada y no como un condenado a muerte con su última cena) y sin pasar hambre.
Soy consciente de que me queda un camino largo y duro y que tardaré en degustar de nuevo los deliciosos Hipopotamos kinder y las maravillosas tapas de La esquinica , pero estoy muy animado. Hoy me he aguantado desde las tres hasta las diez con la única ayuda de un platano y media zanahoria, y al llegar a casa no me he comido los manteles, e incluso he sido capaz de racionarme la cena y decidir que ya estaba lleno. ¿Donde está aquel saco sin fondo que vociferaba pidiendo una tercera ronda de tapas? Pues esperando su turno, y cogiendo fuerzas, para desquitarse dentro de unos meses. Pero no se si le dejaré.
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