viernes, febrero 27, 2004

Govinda.

Hace ya tres dias que no me paso por aqui. Muy mal, muy mal. La verdad es que no lo he hecho por pura vagancia, porque tengo cosas que decir. Me he terminado dos libros y un par de comics y deseo dejar constacia de ello, y tambien he visto un par de pelis que merece la pena comentar. Pero eso será mañana.

Hoy quiero hablaros de otro de los grandes placeres que domina mi vida: la comida. Al final tendrá razón mi amigo O., cuando dice de mi que soy un hedonista que dedica sus horas a leer, a comer y a deleitarse en los placeres de la vida, sean los que sean, en la medida de mis posibilidades. Las rubias 90-60-90 no están dentro de esas posibilidades, lamentablemente. Y las no rubias de otras medidas tampoco, más lamentablemente todavia.

Bueno, a lo que iba. Hoy he tenido una experiencia maravillosa. Se llama Govinda.

No, no, no es el nombre de una chica sino el de un restaurante vegetariano hindú, en la plaza de la villa de Madrid. Mi buena amiga P. me ha invitado a comer allí. Que maravilla de lugar. He comido un consomé que era pura agua, con una hoja de col, pero que estaba buenisimo, un cuscus con algas y tofu, y unos burritos con un queso/yogurt de color amarillento, acompañados de un pan integral que parecia que cocido por angelillos de rostro sonrojado, como los de los cuadros de Rubens. De postre, casi que lo mejor, un dulce hindú de sémola, higos y dátiles, especiado.... arhhhggh, parezco Homer delante de una rosquilla... Y todo sabia mucho mejor porque iba invitado, naturalmente.

Se me llenaba la boca a cada bocado, inundandose de sabor. Me he quedado extasiado. Además el local es muy agradable, pese a que todas las conversaciones simultaneas creaban un murmullo continuo, se estaba muy tranquilo. He disfrutado mucho. Y mira que no me gusta la verdura. Que en casa no me la como. Que la sopa me la tienen que dar con embudo. Pero nada como probar platos desconocidos y exoticos. Las fotos del menu tenian tan buena pinta que he estado a punto de lamerlas.

La tarde ha tenido un final redondo tomando un té de vainilla en al tranquilidad de las tinieblas del Caelum., lejos del mundanal ruido, la lluvia y hacienda.

Sonando: La diosa. Enya. Orinoco Flower. No puedo escucharla sin que el alma me duela.

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