Noventa kilos! Bueno, noventa y medio, pero casi no me lo creo. Pero si hace dos semanas pesaba noventa y seis... Esta es la señal divina que fortalece mi fé, por que, pecador de mi, ya empezaba a desfallecer y a notar los efluvios del maligno jamón de bellota y los perfidos chorizos del pueblo. Anatema!!! Vade Retro torrezno churruscadito, tu visión no ha de tentarme. Aunque camine por los pasillos de la pasteleria, no comeré nada, pues Élla está conmigo. Seré fuerte y me alimentaré unicamente de maná* y mi esfuerzo será recompensado, y encontraré la talla de pantalones prometida. Oh sannna, oh sanna, culito de rana, esto, digo... en el cielo.
Con mi fe y mis fuerzas renovadas empiezo mi programa de ejercicios. Sé que tengo delante mio un recorrido duro, pero merece la pena. Os dejo, me esperan cuarenta dias y noches más de suplicio, ayuno y abdominales.
(*maná: dicese de la comida de regimen con sabor a excremento de cochinilla )
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