lunes, diciembre 20, 2021

The Yellow King: Paris

Final épico de la primera parte de la campaña de El rey de amarillo de Pelgrane Press.

El video no tira, pero lo podeis ver aqui.

Han sido 31 sesiones en el París de 1895, en las que un poeta, un periodista, una pintora y un fotógrafo se han medido contra el Rey.
 
 
Samuel Farrish vio definida su personalidad por la impresión que me dio su fotografía. Un poeta gorrón y borrachín, armado con una petaca y siempre dispuesto a dar la nota. 
 
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Cuando Jennie apareció en partida, sus ojos hipnóticos me hicieron ver que era la pareja ideal para Samuel. Por ella viajó a otros mundos y se enfrentó a béstias sin nombre. 
 
 
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Aquí un fotograma de la última sesión, cuando creíamos que todo estaba perdido. 
 
 
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 Pero, en el último momento, pese a tener todo en nuestra contra, logramos la victoria. 
 
 
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 Una victoria tal vez... efímera. Eso ya es otra historia. 
 
 
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Atrás quedan 31.000 caracteres en notas y un efecto Paulov desarrollado a lo largo de estas treinta sesiones, a la hora de reaccionar ante la música. Pedro, nuestro master, ha usado magistralmente la música (tres melodías básicas) para guiarnos en la historia. 
 
Cada vez que la música sonaba, era que se aproximaban problemas. Tocar un objeto podía hacernos escuchar inmediatamente el órgano de la melodía del rey. Era un aviso más de su presencia. 
 
The Yellow King de @PelgranePress es una iteración de Gumshoe Quickshock que se adecúa perfectamente al espíritu de la historia que desea contar. No solo es una edición hermosísima, y cuyo primer tomo por fin puedo leer, sino que en cuanto a reglas es impresionante. Image
La forma de resolver los conflictos en una única tirada, el continuo desgaste a través de diversos test, el uso de cartas de shock y heridas... todo confluye en crear una experiencia de juego altamente narrativa y fluida. 

De todas las iteraciones de Gumshoe, es mi favorita. Image
 
 
 Y en enero continuaremos con... Las guerras. 
 
 
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 Nunca más podré escuchar esta canción sin sentir pavor. Y es tu culpa, Pedro Baringo!!

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