El primer juego de rol por ordenador al que jugué, y que fue la verdadera razon para comprame el PC cuando lo hice, fue The Eye of the Beholder.
The Eye of the beholder es un clásico entre los clásicos. Perspectiva de primera persona, controles intuitivos en los que un ágil uso de las teclas te podia llegar a permitir esquivar golpes y marear a los contrarios. La premisa del juego era muy simple: te enviaban a examinar las alcantarillas de waterdeep y mientras lo hacias la salida quedaba bloqueada, y tenias que escapar a base de profundizar más y más en las cloacas, encontrando todo un enorme dungeon plagado de monstruos y culturas, restos de civilizaciones antiguas, toneladas de monstruos y de objetos mágicos, hasta encontrarte con el enemigo final: un beholder.
El juego estaba lleno de puzzles lógicos, trampas y puertas secretas que podian hacerte desesperar, sobretodo porque una vez matabas a los monstruos de un nivel, te morias de asco hasta que encontrabas la salida. Que momento mágico mi primer enfrentamiento contra unos de los kobolds del primer nivel. Ese atesorar las dagas oxidadas, porque podian ser lanzadas por la inutil de mi maga una vez lanzaba su magic missil. Que grandes recuerdos, que magnifico juego.
Unos años más tarde, apareció el EOB II. Mi tecnica secreta de recorrer arriba y abajo un pasillo en el que habia un respawn de un guerrero mantis durante los dos años entre que me acabé el EOB I y salió a la venta el II, me permitió empezar el juego con un nivel más que aceptable. El EoB II estaba más currado. Te permitia conservar cuatro de los personajes del antiguo grupo, y algunos objetos. Habia más monstruos, más nivels, más trampas, más puzzles y un enemigo final más asequible que el Beholder del EoBI, pero tambien mucho más impresionante.
Luego ya llegó el EoBIII, y con él la decepcion. Lo empezamos todos los colegas a la vez (por algo compramos un original y lo jugamos diez personas). Repetí mi clásico truco, esta vez abriendo y cerrando una puerta que daba a un pasillo en el que habia un respawn de demonios. La primera vez que trasnferí personajes mi paladin llegó a nivel 20 y bloqueó el juego. Volví a jugar un rato al II con otra partida salvada, y logré dejar al grupo en un decente nivel 13-15. El Eob III tenia cosas muy buenas: los gráficos, los conjuros, las opciones de combate... te permitia pegar con el grupo usando la barra espaciadora, y lanzar conjuros con el raton. Virtuosismo puro. Niveles y niveles sin resultar herido. Pero era muy aburrido. Habia laberintos totalmente insufribles, pruebas repetitivas, malos más tontos que el cagar, y un enemigo final cuya máxima dificultad era que aparecia con dos mascotas, que hasta que no las matabas te dificultaban el movimiento. No tenias más que girar a la derecha, matar a una, moverte y volverte a girar, para ganar libertad de movimientos y volver a la vieja estratégia de pegar y quitarte de enmedio dejando pasar los conjuros enemigos. Me lo acabé por pura fuerza de voluntad, porque era el mejor juego que tenia en ese momento y por poder decir que lo habia terminado. Un lástima.
Escribiendo estas lineas me acuerdo con nostalgia de aquella época de iniciación al rol, tan llena de inocencia, y de las buenas horas que pasé con ese juego. La perfeccion gráfica de juegos posteriores, aunque me maravilló y me sigue maravillando, no tiene la mágia que tuvo esa primera aproximación. A medida que voy probando juegos y más juegos, me doy cuenta de que esa mágia primigenia se ha perdido, esa sensación de penetrar más y más en el misterio ha quedado olvidada en un carnaval de efectos especiales.
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