Llega un momento en que nos hacemos mayores, y dejamos nuestra casa (que nunca fue nuestra), y nos vamos al frio y largo mundo a vagabundear. Y hacemos nuestra nueva vida, añorando dia si, dia no, los tiempos pasados. Hasta que llega un momento en que encontramos nuestro nuevo hogar y nos amoldamos a él. Y lo hacemos nuestro. Nos acomodamos. Nos acostumbramos. Y llega un momento en que pensamos que siempre estuvimos allí.
Es entonces cuando un dia regresamos al sitio en que vivimos, y al entrar, nos invade una sensación entre placentera y triste, se nos humedecen los ojos y la garganta se cierra. Pero damos un paso y otro paso, encajando como un guante, mientras nos decimos...
"No hay lugar como el hogar"
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