domingo, marzo 18, 2007

Un año más

El viernes fue mi venticatorce cumpleaños.

Cumplir años, a partir de ciertas edades, es un recordatorio de nuestro decadencia. Si te duele la espalda, o te has engordado unos kilos, pues mira, cosas que pasan, pero si te pasa en la época de tu cumpleaños, los kilos pesan un poco más y el crujir de las vertebras cobra un sentido más ominoso.

Los cumpleaños son momentos de reflexión. De pensar en el tiempo que ha pasado, tus logros, tus perdidas, tus triunfos, los caminos que tomaste y los que dejaste de lado. Es un punto de inflexión en el que es dificil no comparar tu vida con la vida que deseabas tener, o las vidas de aquellos que llevan contigo una temporada y tienen una edad aproximada. En medio de la plaga de bodas, embarazos, compras de pisos y algun que otro divorcio que asolan a mis amistades, mi pertinaz soltería se me hace más pesada de lo habitual.

Con la alegría que me caracteriza, he aceptado mi aniversario con resignación y he comenzado la ronda de cenas y comidas de celebración. Ayer, calçotada con los amigos de siempre, y hoy sesión de cuentacuentos con algunos amigos y amigas recientes y no tan recientes. Buena gente toda ella.

Faltan algunos amigos dispersos, algunos de los cuales son bastante dificiles de ver, con lo que se agradece una excusa para forzar el encontrar un rinconcito en estos tiempos atribulados, llenos de estress. Es una plaga más de hacerse mayor: la proliferación de actividades que conspiran porque pasemos el dia sumidos en una rutina que nos aisla de una vida social activa. Actividades que se suceden sin dejarnos un momento libre y nos dejan tan derrengados que el fin de semana sólo queremos descansar.

Durante este fin de semana me he reencontrado, pues, con algunos amigos a los que no veo más que en celebraciones de este tipo, y me he sentido arropado durante esta tarde con una minisesión de cuentacuentos barra merendola. El caso es que he pasado de estar de un humor bastante negro a disfrutar bastante. Lo he disfrutado, a pesar de un leve ataque migrañoso que huyó en cuanto vio mis megapastillas de la muerte, dios las bendiga.

Hoy he vuelto a casa cargado de regalitos, y de bastante buen humor, que, como si de un frente anticiclónico se tratase, podemos decir que tiene un pronóstico propicio. Pese a los ocasionales nubarrones que preveo para mañana, que me toca currar doce horas, el martes y miercoles presentan un incremento de la ilusión y el nerviosismo, y culminarán el jueves con un madrugón de proporciones épicas, pero con un muy buen fin.

No he tenido suerte con los sorteos en mi vida, pero mira por donde, esta vez sí. En el momento en que más falta me podía hacer, me ha tocado, de rebote y por carambola triple, un viajecito a Atenas y Tesalonika de cuatro dias en compañia de una compañera de curro, cortesía del Salon del libro de Barcelona. Salimos este jueves de madrugada y regresaremos el domingo noche. Ideal de la muerte para desconectar un poco, hacer un reset y volver con las pilas cargadas.

Estoy muy ilusionado con el viaje, con visitar el Partenón y la grécia clásica, patria de mi adorado Dioniso y del soso de Apolo y hogar de mis admirados Kallikanzaroi. Patria tambien de la gloriosa Musaka y otras delicias gastronómicas. De siempre he considerado que el principal atractivo de cualquier viaje es poder gozar de la comida de los sitios que visito, y Grécia me parece un lugar muy atractivo desde este punto de vista. Voy a volver con peso extra y no precisamente en la mochila.

Nasnoxes a todos. Mañana toca madrugar así que me retiro por hoy.

Saludetes.

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