Estamos en abril de 2025 y mi vida ha vuelto a cambiar.
Los últimos años han sido muy complicados, con muchos eventos terribles.
En 2019 comencé un trabajo interno muy complicado, con EMDR y una terapeuta especializada en trauma, para poder tratar por fin el maltrato que sufrí con mi padre durante la infancia. Una preocupación que tenía era que tarde o temprano tendría que hablarlo con mi madre. Cuando ella llegó a casa, mi padre dejó la bebida y se acabó el maltrato físico, aunque el verbal siguió muchos años, pero ella no fue nunca consciente de donde se había metido ni del rol salvador que tuvo para mí.
No tuve oportunidad de llegar a hablarlo, falleció en primavera durante una operación para solucionarle una arritmia y poderla operar de las rodillas. No había pasado una semana desde su entierro que a mi suegro le encontraron un cáncer de pulmón que se lo llevó a los seis meses, en diciembre.
Ese mismo año me diagnosticaron Broncostasias, algo que me asustó muchísimo, porque es una afección degenerativa para el pulmón con una comorbilidad muy alta. A día de hoy ya sé que esa comorbilidad viene de que a mucha gente se las detectan cuando ya están extendidas y muchos siguen fumando, así que las estadísticas no son fiables.
Visto el percal respiratorio y pensando que la causa estaba en el clima de mi biblioteca, pedí un traslado. El día que iba a ser el primer día en mi nuevo trabajo empezó el confinamiento por el Covid.
Pasé el confinamiento solo, porque Mercè trabajaba para un médico y nos daba miedo el contagio. Ella en Premià y yo en Barcelona. Yo muy angustiado por un posible covid y con una infección persistente a causa de las broncostasias que casi me llevó al hospital.
Cuando terminó el confinamiento, el día de mi cumpleaños, Mercè y yo nos separamos, de buenas, y yo seguí viviendo en el piso en el que habíamos vivido juntos 10 años. En septiembre de ese mismo año se rompió una vértebra en el tren, y comenzó un declive en su salud que derivó a su muerte a causa de una metastasis extendida, durante la Semana Santa de 2022. El entierro fue el día de nuestro aniversario, aniversario también de la muerte de mi padre.
Como las desgracias nunca vienen solas, los tres últimos días de Mercè los pasé yendo por la mañana a otro hospital, porque mi pareja de entonces había tenido un accidente casi mortal con la moto y estaba ingresada con el hígado semi líquido.
Esa semana santa fueron también mis primeras Netcon como organizador. Desde entonces las Netcon tienen un regustillo triste para mi.
Os podéis imaginar un poco el maremágnum mental que fue para mí 2022 y 2023. Viendo en una casa cargada de recuerdos, adoptando un rol de viudo, encargándome del legado de Mercè, planeando mi vuelta a la casa donde había sido maltratado de niño, en un trabajo nuevo, lejos de mis antiguos compañeros. Creo que tuve temporadas de estar totalmente ido. Fueron meses de llorar a escondidas en el trabajo cuando estaba solo.
Mientras me encargaba de las cosas de Mercè tuve una revelación sobre las mías. Había encajado 37 cajas de libros variados para una asociación benéfica de Sants y al entrar en mi estudio miré mis estanterías y vi que no solo estaban sobrecargadas, sino que había bloques de libros que no había tocado desde la mudanza de 10 años antes.
Así que empecé el expurgo de mi propia biblioteca. Miles de libros y comics, cientos de juegos de mesa, decenas de juegos de rol. Me viralicé en internet con un Excel de libros y pasé un año vendiendo cosas por wallapop. Todo esto mientras reformaba casa de mis padres para volver allí y me enredaba en una hipoteca a 20 años, de la que milagrosamente ya llevo pagado uno.
Finalmente, el 1 de enero de 2024 me trasladé. Con la casa vacía, un taburete, la mesa del ordenador y la cama. Pero ya era suficiente, pasé mi primera noche en el piso y me sentó maravillosamente.
Poco a poco me mudé y reubiqué la biblioteca. Volví a expurgar un poco más. Y llegó un momento en que estaba a punto de terminar todo, apenas quedaban un par de cajas. Super feliz de empezar de cero en un nuevo lugar.
Entonces tuve la crisis del año: infarto esplénico. Trombosis de la vena porta. El bazo a tomar viento y el hígado casi casi.
Tres meses con más días en Vall Hebron que en mi casa, varias noches
pasadas en un pasillo de urgencia, un ingreso de 4 días, otro de un par, algunas noches en pasillos. Hasta pillé el Covid en urgencias.
Y empezó la rueda de las pruebas médicas y los descubrimientos de enfermedades autoinmunes:
Urticaria Vasculitis. Anemia Perniciosa. Déficit de inmunoglobulina A. Trombofilia de origen genético. Antígeno lúpico positivo.
Un cansancio perpetuo y la sensación de que mi propio cuerpo luchaba contra mí. Dolor, inseguridad, miedo, y el recuerdo perenne de los últimos días de mi madre y de Mercè.
Han pasado diez meses desde el infarto de bazo y la coagulación ya está controlada. La urticaria sigue dándome problemas y afectándome la respiración, pero con la última batería de pruebas es de prever que cambiarán la medicación ya quedará controlada.
He aprovechado esta baja para cerrar temas, muchos temas. El maltrato de mi padre, mi relación con Mercè y su fallecimiento, y un poco también evolucionar en mi forma de pensar y de vivir. Hacer más las cosas que me gustan y disfrutar siendo yo mismo, con mis cosas. Físicamente, estoy gordísimo, 114 kilos, pero me he puesto fuerte como el vinagre a base de pedalear (llevo 1400 km en cinco meses), darle al TRX y hacer una rutina en casa.
Pero algo ha cambiado. He encontrado una cierta paz. Tengo mi espacio, creado a mi gusto, en el que me siento cómodo y seguro. Aislar acústica y térmicamente la casa ha sido un acierto. Cierro las ventanas y estoy en la pura tranquilidad. Me he librado de un lastre de libros y juegos que ya no disfrutaba y lo que tengo es lo que quiero tener. Con la terapia he cerrado muchísimos temas que me han dejado de angustiar y veo las cosas de forma muy distinta. La ansiedad social ha quedado atrás, estoy relajado por fin, sin hipervigilancia y con esperanza en el futuro.
En breve retomaré el alta y deberé reajustarme de nuevo a la normalidad, volver al trabajo, acompasar los tiempos para que me permita seguir jugando a rol, creando material rolero, haciendo ejercicio... retomar la vida social en jornadas presencias y encontrar nuevos círculos de amistades.
Pero lo haré por fin siendo yo mismo.
Mi mayor miedo era convertirme en alguien como mi padre. Pero cuando mi amor murió como lo hizo el suyo, en lugar de romperme, me reforjé. Me han intentado romper toda la vida y he resistido. Soy buena persona a pesar de que todo estaba en mi contra. He pasado diez meses de infierno médico y aun así me las he apañado para mantenerme en forma y cuidar mi salud mental. He vuelto a organizar las netcon y he montado un bundle benéfico por Valencia que lleva recaudados ahora mismo 21.000€.
"Nació con el don de la risa y el convencimiento de que el mundo estaba loco" siempre fue mi cita literaria favorita. "Crecerme ante la adversidad" siempre fue mi lema.
Y aquí estamos. El mundo está loco, nada tiene sentido, y elijo ponerme un ojito falso en la frente y reírme de ello. Otra vez.
Soy un superviviente y estoy orgulloso de mí mismo por primera vez en toda mi vida.
Y mañana, ya veremos que hacemos.
Tiene que haber sido catártico poner todo esto en negro sobre blanco y abrirte de esa manera. Por mi parte me he emocionado mucho al leerte.
ResponderEliminarPD: no solo eres una buena persona, si no una de las mejores que conozco.