Ya ni pensaba en ello. Acabo de responder un post en un foro, sobre el porqué hacemos ofrendas de flores a los muertos, cuando de pronto me he acordado de que hay una tumba que hace mucho tiempo que no visito. Parece mentira, cómo un comentario casual, cómo algo tan banal, puede despertar un sentimiento, o un pensamiento dormido.
No fui al entierro, era demasiado pequeño y no me dejaron. Pasaron los años y no fuimos a visitarla, porque el dolor era demasiado reciente. Pasó más tiempo, y no fuimos todavia, porque estabamos ocupados. Paso más tiempo aún y ya ni siquiera lo recordabamos, porque la vida sigue, y el pasado se olvida, y las cosas que duelen se intentan enterrar. Curioso, enterramos los recuerdos como enterramos a los muertos, para olvidarlos. Raramente se consigue, suelen volver, sobretodo las noches oscuras en que nos debatimos insomnes y el pensamiento rueda, y los recuerdos vuelven y el sueño nos rehuye y no tenemos otro remedio que recordar lo que no queremos recordar y pensar en lo que intentamos no pensar nunca.
Se impone una visita, coger el autobus hasta la montaña, fuera de Barcelona, al Cementerio Norte, que de lejos parece un complejo hotelero, lleno de ventanitas. Se impone ir de dia, naturalmente, para ahuyentar los pensamientos sombrios, demasiadas peliculas de terror. No llevaré flores, no tiene sentido, ni haré ofrendas de ningun tipo. Sé que la tumba estará vacia, que sólo habrá huesos, que no hay nadie dentro, que lo que hubo ya no está, que sólo queda un recuerdo. Pero iré. Bastará con mi presencia, con mi recuerdo, con que esté allí, aunque sea despues de tanto tiempo. Es lo minimo que se merece una madre.
La de hoy será otra noche en blanco, me temo.
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