domingo, julio 12, 2020

La despedida de Cornvald

Me recuerda Facebook, como cada año, que es el aniversario de la primera vez que tuve que ir al entierro de un amigo. Hace siete años ya. Corria Julio de 2013 y llevabamos jugando juntos desde inicios de los 90, con altibajos.

Recupero y aglutino la despedida que escribí para él entonces en facebook y un pequeño cuento-despedida ambientado en la partida que jugabamos entonces. No quiero que estas palabras queden perdidas y olvidadas en un correo de los cientos de miles que tengo acumulados.

Los dos carteles que acompañan la entrada sonde nuestras primeras y terceras jornadas en el 92 y 94, respectivamente y el dibujo era suyo.
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En un rato iré a despedirme de mi amigo Chema.
Hace ventimuchos años, junto con su hermano y algunos otros más, fundamos el club de rol Napalmaster. Fue una presencia constante durante mi adolescencia, aunque luego la distancia, real o metafórica (estudios, traslados, familia) nos distanció. Jugábamos poco y nos veíamos menos, aunque el rol por correo nos volvió a juntar hace poco.

Son muchos los recuerdos que me vienen a la mente. Las tapas en la Esquinica, la preparación de las jornadas de rol, sus dibujos para los carteles, que siempre entregaba con retraso... pero estos recuerdos se entremezclan en la niebla de lo compartido pero no vivido, como la vez que nos adentramos en los recovecos del Covenant perdido de Calebais, o refundamos el covenant de Drotmund. Nuestras peripecias en el Egipto de 1920, en el rescate de nuestros hijos de un culto cthulhuideo. La forma en que nos reímos de Nyarlathotep en su propia cara, y el libro que escribimos a nuestro regreso, que quitaba cordura, daba mitos y hasta enseñaba un conjuro. Cómo fundamos la sociedad esotérica "La puerta y la llave", junto los hermanos Tarsini, y la vez en que le preguntó a un ángel si le podía convertir en Liche. La partida de Aquelarre en la que lo único que hicimos fue comer y correr. Recuerdo muchas risas, y bocetos y dibujitos en cada esquina de cada hoja que tocaba. El demonio Ambrell no pudo contigo, pero sí que pudo el cáncer.
Que la tierra te sea leve.
Salve sodalis.

11 Julio 2013

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Para la comprension del texto:
El cuento está ambientado en la partida de rol de Ars mágica que dirigía Oscar Estefania y en la que jugabamos:

-Berstuk (Yo),un bjornaer cambiaformas y bonachón.
-Cormac, exmiscellena y lider autoproclamado.  
-Herman, Flambou de mecha corta, enfrentado a Berstuk.
-Cunnegunde, Una Merenita que podia ver lo invisible.
-Ahmal, un cirscupecto mago de una orden que ya no recuerdo.
-Markus, un personaje ya difunto de alguien que en ese momento no jugaba la partida.
-Flavius y Ursus son Personajes no jugadores. 
-Cornvald: Personaje de Chema. Merenita con sangre de hadas.
-Maruzca: la mejor cocinera del mundo, nos hacia torrijas al regreso de nuestras aventuras. Era la abuela de Trank, uno de nuestros Grogs, ya fallecido (tambien pj de Chema).

Todos viven en un Covenant llamado Phoenix y son magos de la orden de Hermes.

La accion transcurre en un bosque de la zona del Rin, que debido a una maldición lleva un par de años sometido a muy mal tiempo, con lluvia casi perenne.

Lord Mesene es un noble elfo que vive en un claro, y en otro de los claros vive el Espiritu del bosque, que tiene forma de tejón gruñon.

Concielanfiel es el nombre que Chema y Oscar le dieron a un reino en el juego de Migthy Empires y se convirtió en una coña recurrente.

Antiguos personajes de Chema en otras partidas, que aparecen en el relato: Algernon Blackwood (Politico corrupto, miembro del kkk, con el que compartí La bestia no debe nacer y varias campañas de Cthulhu mas), Galdric (Galdric Regens Aurarum, el Criamón más ambicioso que ha existido jamás.Un angel le ofreció un milagro y pidió convertirse en liche), Trank (Nieto de Maruzca, un guerrero torpe que no sabia nada de jardineria y cuidaba de su abuela)
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Ese día la lluvia había cesado, después de meses interminables de mal tiempo, y el sol y el calor habían cogido por sorpresa a todos. En Phoenix, uno a uno, todos los magos fueron reuniéndose a la salida de las torres.

-Es un mal augurio.-Dijo Cormac.- No me fío.

-Seguro que hoy nos atacan.- Dijo Herman

-Oh, solecito....-Dijo Berstuk, intentando desperezarse, sin éxito.

-Mmm... Es…curioso.-Dijo Ahmal

-Muy interesante todo lo que decís, pero yo estaba leyendo un libro cuando empezasteis a hablar bajo mi ventana.-Dijo Cunegunde.

-Hoy es un gran día para pasear por el bosque, amigos.- Dijo Cornvald.- ¿Que os parece dejar un rato nuestros laboratorios y darnos un día de descanso?

-Oh, sí, que gran idea.-Dijo Ursus, el maestro de Berstuk, y Flavius no pudo estar más de acuerdo.

Discutieron un rato, como tenían costumbre, pero el sol había secado el suelo y brillaba fuerte en el cielo, y un viento cálido invitaba a permanecer en el exterior. Nadie tenía prisa por volver al interior de las torres. Maruzca, que no perdía combo, apareció con un par de cestos llenos de comida y a golpe de cucharón obligó a los magos a alejarse bosque adentro.

-¡Un respeto! –Exigió Herman, pero al segundo pescozón salió corriendo junto los demás.

Pasearon largo rato, disfrutando del reencuentro con la tranquilidad del bosque, sin la presión de recorrerlo en busca de brujas, lobisomes, boglins o demonios. Sólo el verde de las hojas, el rumor del viento en las hojas y el run run de los animalillos que venían a hablar con Berstuk y birlarle semillas de los bolsillos de la túnica.

-Tengo hambre.- Dijo Berstuk.

-Tú siempre tienes hambre.-Gruñó Herman.

-¿Paramos a comer algo en este claro?-Dijo Cornvald

Y en verdad era el lugar ideal. Algunas flores estaban brotando, atraídas por la repentina primavera, y el claro rebosaba vida y tranquilidad.

-Desde luego, que bien cocina Maruzca.- Dijo Cormac.

Y todos asintieron con la boca llena.

-¡Alguien ha mordido mi bollo de mermelada de moras!- Dijo el pequeño Berstuk.

-Come otra cosa y calla.-Dijo mamá Cunegunde.

-Comete este bollo.-Dijo papá Herman lanzándoselo a la cabeza.

-Yo quería moras....-Dijo el compungido Berstuk.

Las horas pasaron, mientras debatían sobre lo divino, lo humano, lo infernal, lo faérico y lo mágico. Los magos siempre tienen más temas de los que hablar que los humanos normales.

-Me cuesta reconocerlo pero ha sido buena idea salir.- Dijo Herman, bostezando tras la copiosa comida.

-Sí, da sueño y todo.- dijo Cormac

-Eh, ¡alguien ha dormido sobre mi manta! - Dijo Berstuk.- ¡¡¡Y todavía está dentro!!!

Una pequeña figura salió bostezando de entre las telas, con la boca manchada de mermelada de moras.

-Es mi pequeño amigo Grum!!!- Dijo Cornvald con alegría y el pequeño duende, sonriendo, le tiró un pastelillo a la cara.

-Llevo tiempo buscándote y cuando por fin te encontré me pudieron el hambre y el sueño. Maruzca cocina tan bien como un hada. Y la manta de Berstuk me recuerda las madrigueras de los animales del bosque, así que me arrebujé en ella…. Y luego me quedé inconsciente.- añadió mientras la apartaba con reservas….

-Llevaba tiempo sin verte, te echaba de menos.- Dijo Cornvald mientras lo abrazaba.

-Y yo a ti, pero no soy el único.- Y algo que vio al mirar por encima del hombro de Cornvald le hizo sonreír y asentir con la cabeza.

Y entonces... pasó algo. Algo indefinido y voluble. Efímero y evanescente. Algo que estaba y no estaba allí. Se oyó un sonido que no era un sonido y un caballo rojo como una nube al atardecer entró en el claro, montado por un caballero acorazado, de melena dorada como el sol y ojos sin pupilas.

-Nos atacan, os lo dije.- Dijo Herman

-Espera, es un hada, capturémosla.-Dijo Cormac.

-Roooar!!!-Dijo Berstuk el oso.

-¿Qué tal si le dejamos hablar primero?- Dijo Ahmal

Y como el desconocido no atacaba sino que se limitaba a recolocarse la melena sobre la negra armadura, bajaron sus armas y sus garras y esperaron a que dijera algo.

-Cornvald de Merenita, he venido a por ti.- Dijo al cabo de un rato, sin cambiar la expresión.- En tu reciente visita a la corte de Lord Mesene causaste buena impresión. Te ganaste las simpatías de la corte...

-El claro de Mesene? Pero ¿fuiste tu sólo?-Protestó Herman interrumpiendo

-Las hadas son traicioneras y mentirosas.- Dijo Cunegunde

-Y tu estas gorda.- Dijo Grum, herido.

-Yo no pude seguirle, era un Regio.- Dijo Berstuk.- Pero sólo desapareció un rato.

-Fueron unos días muy agradables para todos, y causaste buena impresión en Titania…

-¡¡Titania!! ¡¡La reina de las hadas!!!

-Os digo que este tío da vis seguro…

-…que estaba entre los invitados, disfrazada. Grum lleva tiempo pidiendo que te acojamos en Arcadia, pero la voz de Titania tiene más fuerza que la de un duende pesado y gritón.

-¡¡¡No soy un pesado!!! ¡¡¡No grito!!! ¡¡¡No soy un pesado!!!- Pataleó Grum, gritando.

-Te ofrecemos la oportunidad de ingresar en nuestra corte. Decías querer estudiarnos, pero esa era tu voz de mago, eran las excusas que te cuentas a ti mismo. Sabemos que para ti no somos un objeto de estudio, que es la curiosidad lo que te mueve, que pese a tu edad, tienes el alma de un niño, y Arcadia te acogerá como tal.

-Todo tiene un precio, no hay retorno.-Dijo Markus, entre las sombras de los árboles, pero nadie le oyó. Galdric asintió con la cabeza, a su lado, silencioso. Detrás de ellos había más gente, entre las sombras. A un lado, Algernon Blackwood miraba con superioridad a los demás mientras intentaba acomodar una capucha blanca en un bolsillo de su traje, y, junto a él, un guerrero acorazado que olía a torrijas intentaba colocar de nuevo una flor en su tallo cortado.

-¡¿Es que no hay otro claro en el que podáis hablar?! Intento dormir.- Dijo un tejón malhumorado desde el hueco de un árbol. Al ver que nadie le hacia caso, suspiró, robó un pastel y se escondió de nuevo.

-¿Pero hay algún truco?-Dijo Cormac.- Las hadas siempre nos engañáis.

-No engañamos.-Respondió ofendido el caballero.- No siempre decimos toda la verdad y callamos cosas, y a veces lo que decimos no es del todo cierto....

-Bueno, es que mentir es eso....- Acotó Cunegunde

-La oferta es válida.- Continuó el caballero.- Podrás venir con nosotros e ingresar en la corte. Aprenderás de nosotros y tendrás nuestras mismas libertades para moverte por Arcadia. Con el tiempo, serás uno de nosotros. Y perderás tu humanidad.

-Pero serás un hada, como yo, y el tiempo no te tocará.- Dice Grum, dando una voltereta.- Viajaremos juntos por siempre. Aventuras sin fin, y te llevaré a reinos no vistos por ningún humano. Lugares que como mago nunca podrías ver. Incluso Concielanfiel te abrirá sus puertas.

-No podrás volver.- confirma el caballero.- Pero tendrás algo que no ha tenido ningún otro mago de Hermes jamás. Perdurarás mientras perduren los bosques, y en ellos no pasa el tiempo. Nunca más se volverá a ofrecer esto a otro humano.

Y encarando a su caballo hacia el lugar de la espesura de la que salió, se despidió.

- Te daré unos momentos para despedirte de tus amigos.- Y su caballo se adentró entre los árboles como si nunca hubiera estado ahí.

-Es una trampa.- Dijo Herman

-Es un truco.- Dijo Cormac

-Era real.- Dijo Cunegunde, bizqueando.

-Tengo que irme, dijo Cornvald.

-Hay llamadas que no se pueden desoír, y esta es una de ellas. Ha sido fantástico estar aquí con vosotros en Phoenix, en Rethra, y en todos los lugares a los que os he acompañado. Me llevo el recuerdo de vuestra amistad. Siento que os conozco de mucho tiempo atrás, de otras vidas y lugares. Me gustaría poder permanecer aquí con vosotros y ver crecer esta amistad aún más, y pasar los años aprendiendo a vuestro lado… pero cada cual tiene su camino y el mío diverge aquí. Grum será mi guía y compañía, como lo ha sido hasta ahora, y atesoraré este momento para siempre.

Uno a uno, los magos se abrazaron, se dieron la mano y se despidieron de él. El sol ya comenzaba a bajar y algo de frío se coló en sus huesos, haciéndoles estremecer.

-Salve Sodalis! -Gritaron todos.

Cornvald, con Grum colgado de su brazo se giró para despedirse una última vez con la mano, y el bosque se abrió para acogerlo en su abrazo, cerrándose tras su paso. Durante un momento, los trinos de los pájaros se incrementaron, enloquecidos, coreados por aullidos de lobos, gruñidos, aleteos de aves, una algarabía de sonido que se incrementaba incesante y que sin solución de continuidad se transformó en una fanfarria alegre y desenfadada, llena de trompetas, violines, tambores, y vítores lejanos… que desaparecieron tal y como habían llegado, con un golpe de viento y el eco de una risa.

Y entonces solo quedó

el silencio.

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