Hay mil temas sobre los que habria podido escribir estos dias o incluso ahora mismo, despues de meses llevando el blog de aquella manera y actualizando de uvas a peras. Hay mil motivos alegres sobre los que escribir. Pero no, hoy toca homenaje, un homenaje que habria querido no tener que escribir aún, y que me llena de pena.
Al llegar a casa me he enterado de que se habia muerto el señor Mariano, mi vecino de arriba. Un vecino es alguien remoto, con quien te encuentras con la escalera, te peleas por que pone la música alta o discutes por el presupuesto de reparar la fachada. Y luego hay gente como Mariano y Manolita.
Uno de mis recuerdos más antiguos es la decisión consciente y voluntaria, cuando era niño, de aprender catalán para poder hablar con él y su mujer, porque les notaba que hablaban castellano con dificultad. Ya los recuerdo viejos entonces, y han pasado treinta años. En todos estos años han sido vecinos modélicos, verdaderos amigos de mis padres y ayudaron a cuidarme cuando mi madre murió.
Al señor Mariano se lo ha llevado el cancer, y dice mucho de él que incluso con quimioterapia siguió como presidente de la comunidad de vecinos durante varios años. Me gustaria envejecer con su serenidad y dignidad, que conservó hasta en los momentos más terribles. He sido incapaz de decir nada más hallá de "ho sento molt" a su mujer, e incluso ahora me duele la garganta. Sabiamos que podia pasar en cualquier momento, pero de todas formas se me ha caido el alma a los pies. Y lo que más temo es que siempre los vi juntos y los imaginé el uno al lado del otro, y mejor termino el post aquí porque no quiero pensar más.
Adeu senyor Mariano, l'enyorarem molt.
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