Mi regreso de Sevilla me ha pillado, no sin silla, sino con obras en casa.
Han rodeado la casa de tela matamoscas y andamios.
En estos momentos, en los que debería estar fraguando una reseñita de la hispacon, me encuentro con que las obras han empezado, de súbito, a la altura de mi ventana. Por el ruido, creo que están cambiando las barandillas de los balcones, rompiendo a martillazos las baldosas para cambiarlas, abriendo un tunel de metro, y riendose por lo bajo mientras susurran "aun aguanta dentro, dale más fuerte".
Así pues, estos amables operarios han conseguido lo que no consigue ni la paella de mi madre, que me aparte del pc y me vaya a dar una vuelta. Hay una cosa llamada "calles" que me intriga. Ohhh, diosss, cuanta luz.... mis gafas de sol!!!!
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