Hoy he estado hablando con mi madre de como las cosas que parecen certeras pueden girarse, de cómo el imprevisto puede llegar en cualquier momento y que hay que aclimatarse a ello, que nuestras expectativas no siempre se cumplen, y que es entonces cuando el espiritu de adaptación se manifiesta.
Ella me ha respondido que muy bien, pero que el trozo de tortilla que sobró de la cena y estaba en la nevera, era para comer hoy, y que si tengo hambre de madrugada que coma yogures.
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