El que susurra es el nombre que dan algunos pueblos arabes a Satán, pues susurra secretos en los oidos de los hombres. Y los hombres, que no son listos ni nada, hacen lo que les da la gana y luego le culpan a él. Pobrecillo.
El nombre en si es sugerente ya de por si, porque precisamente, suena como un susurro, y lo encuentro muy evocador tanto por la aliteración del nombre como por lo que implica.
El que susurra es un individuo tentador, que excita nuestros deseos, despierta nuestras pasiones, nos da objetivos, espolea nuestra voluntad y nos muestra que hay algo por lo que merece la pena interesarse, que ser humano es algo más que hacer lo que te dicen y aguantar el chaparrón.
Un buen tipo, vamos. Me lo imagino encima de mi hombro, susurrando levemente: "¿Has visto ese libro de saldo?", "Tirale la caña a esa rubia", "Buf, ¿estudiar, ahora? Que no ves que está a punto de empezar Siete Vidas?", "Hotia, la colección completa de Planetary por 26€", "Yum, yum, un japo nuevo. Y con menú economico!", "Me abuuuuuuurooooo, vamos al cine", "Pasa la página que ya he llegado al final".
El que susurra y yo somos viejos conocidos, y debo reconocer que a veces da buenos consejos, sólo me falta la valentia para seguirlos, pero poco a poco voy aprendiendo. Aunque es un poco cabroncete a veces, cuando se pone a cantarme nanas mientras estudio. Pero me quiere bien, porque sin mi no tendria a quien susurrar, ni quien podria contarle cuentos.
Por que a veces, por la noche, cuando estamos sólos, le cuento, entre susurros, histórias inventadas, recuerdos medio fabulados, sueños y anhelos, y le confio lo que temo y lo que deseo.
Y él, a cambio, vela mis sueños, me mece en sus brazos, me vigila y me protege en la oscuridad, hasta que llega la mañana y se instala en mi hombro una vez más.
El nombre en si es sugerente ya de por si, porque precisamente, suena como un susurro, y lo encuentro muy evocador tanto por la aliteración del nombre como por lo que implica.
El que susurra es un individuo tentador, que excita nuestros deseos, despierta nuestras pasiones, nos da objetivos, espolea nuestra voluntad y nos muestra que hay algo por lo que merece la pena interesarse, que ser humano es algo más que hacer lo que te dicen y aguantar el chaparrón.
Un buen tipo, vamos. Me lo imagino encima de mi hombro, susurrando levemente: "¿Has visto ese libro de saldo?", "Tirale la caña a esa rubia", "Buf, ¿estudiar, ahora? Que no ves que está a punto de empezar Siete Vidas?", "Hotia, la colección completa de Planetary por 26€", "Yum, yum, un japo nuevo. Y con menú economico!", "Me abuuuuuuurooooo, vamos al cine", "Pasa la página que ya he llegado al final".
El que susurra y yo somos viejos conocidos, y debo reconocer que a veces da buenos consejos, sólo me falta la valentia para seguirlos, pero poco a poco voy aprendiendo. Aunque es un poco cabroncete a veces, cuando se pone a cantarme nanas mientras estudio. Pero me quiere bien, porque sin mi no tendria a quien susurrar, ni quien podria contarle cuentos.
Por que a veces, por la noche, cuando estamos sólos, le cuento, entre susurros, histórias inventadas, recuerdos medio fabulados, sueños y anhelos, y le confio lo que temo y lo que deseo.
Y él, a cambio, vela mis sueños, me mece en sus brazos, me vigila y me protege en la oscuridad, hasta que llega la mañana y se instala en mi hombro una vez más.
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